Madrid

Los que bajan, los que dejan bajar, los que suben, los que de amontonan, los que de sientan, los que ceden su asiento, el que llega con una guitarra, el que se tiene que agarrar cuando arranca, el que va medio dormido, el que va solo, el que escucha música, el que empieza a cantar y tocar la guitarra, el que habla alemán, el que viaja con la familia, el que viaja con los amigos, el que se agarra cuando frena, el que sube en los últimos segundos, el que canta la canción que acompañada con la guitarra todos saben, la que se pone a cantar, la que anima a toda su familia, el que menea la cabeza, el que, aun agotado, sonríe tímidamente, el que se une al canto, el que hace tintinear las monedas de su bolsillo, el de la guitarra que termina su canción, el que ha conseguido alegrarnos unos minutos, el que le da unas monedas, el que le dedica una de sus mejores sonrisas, el deja un aire agradable en todo el vagón. El que comenta con cualquier desconocido que un viaje así, pues se hace más ameno.
El que, si quiere buen rollo, coge el metro.