Bipolaridad.

Hola frío agotador, frío que te impulsa a rodearte de una manta, que te abriga con jerseys.
Hola verdes paisajes, altos e interminables árboles, hojas secas, crujientes, mojadas, marrones, verdes, ramas por el suelo, tierra embarrada, campo inacabable, flores por cada esquina.
Hola comida que saborear lentamente, que disfrutar.
Hola mar con olas que rompen, y rompen, contra rocas enormes y pulidas, playas desiertas, fría arena.
Hola cálido sol, nubarrones grises, nubes blancas y algodonosas que corren y escapan de las peores, de esas que se paran para deshacerse sobre nuestras cabezas, gotas que llueven y bailan sobre la cara.
Hola Galicia.

Adiós achicharrante calor, paseos en vestido, pantalón corto, camisetas de tirantes.
Adiós desérticas montañas, rojas, marrones, amarillas, una interminable cantidad de cactus, arena negra, lava, infiernos en medio de todo esto.
Adiós crepes rebosantes de chocolate.
Adiós cristalino mar, verde-azulado, turquesa, arena fina y ardiente, playas pegadas al pueblo, llenas de personas, sin un hueco libre.
Adiós cielo limpio y azul, con un enorme y brillante sol que arde sobre tu cuerpo.
Adiós Lanzarote.

Notar la bipolaridad en cosas como que te guste estos dos lugares, tan distintos, y tan perfectos.